lunes, 13 de abril de 2015

¿Para esto nos trajiste madre Tierra? ¿Para esto descendimos Tata Dios?

Cuando el mes se hace desierto y las facturas muerden. Cuando estamos a punto de abandonar un poema porque sólo alimentará nuestras ideas y ensonañaciones. Cuando aceptamos trabajos que años atrás si quiera los hubiéramos pensado, cuando vemos como nuestros títulos universitarios tienen el único uso de decorar nuestro cuarto y agrandar nuestra bocas; mientras paseamos viendo pósters de viajes que jamás podremos hacer, coches que nunca podremos conducir, realidades de las que otros son esclavos-dueños.


Porque como mucho llegaremos a ser eso: A ser esclavos-dueños de círculos de tiempo hechos dinero, conformándonos con migajas al borde de esta autopista muerta. Dueños de una esclavitud, de un préstamo, de una herencia heredada sin alma ni brote. Ahorrando para irnos a ver al mar de vez en cuando, como si vivir fuera un castigo del que podemos salir regalándonos una semana de claridad frente al azul del mar.

Y con todo eso seguimos luchando. Querida esperanza que a veces te tornas en ironía ciega, en chillido adolescente.

Y con eso seguimos luchando, invirtiendo tiempo en pagar nuestra jaula, cada día más bonita, cada día más tecnológica, cada días más nuestra, más alejada de nuestra esencia.

Pagando por nuestra jaula, y lo he dicho bien. Pagando por matar nuestra historia.

Una jaula que cada día tiene unos barrotes mejor decorados, tiene más cantidad de plomo y resulta imposible comenzar a moverla. Una jaula que ya es YO y me abro en adjetivos para presumir de ella. Mientras, la cerradura deja de tener su uso, ya no sirve para entrar o salir, se convierte en un simple mirilla con la ver que realidad que asoma afuera, y ya no la queremos, nos conformamos con fotografiarla y colgarla en nuestra celda. Ahora la cerradura es un chivato de silueta de hembra mordida con la que ver el espectáculo de la vida.

¿Para esto nos trajiste madre Tierra? ¿Para esto descendimos Tata Dios?

¿Para ser esclavos-dueños de las migadas de un corazón que se enfría? ¿Para ser testigos del recuerdo de la brisa marina? ¿Para invertir nuestro hálito en decorar nuestro rincón y hacer de nuestro dolor nativo una jaula divertida?

Y con todo eso seguimos luchando. Decorando bien nuestra jaula, protegiéndola de la vida, de la sorpresa, de los otros

¿Para esto nos trajiste madre Tierra? ¿Para esto descendimos Tata Dios?